Los propietarios compraron este piso, en un edificio parisino antiguo, para empezar su vida de pajera. La posibilidad de comprar la buhardilla encima en un futuro les convencieron de adquirirlo. Queriendo anticipar sobre la compra de esa buhardilla, el programa imponía incluir este espacio en el proyecto, pero con la posibilidad de vivir sin mientras tanto. Este piso no había sufrido ninguna intervención substancial desde hace años.
El espacio ha sido distribuido de manera traversante, por la fluidez de la luz, de la perspectiva y de la ventilación natural. Para separar el espacio de vida del espacio privado, se puso la cocina en el medio, como punto neurálgico de la casa, colocando un cristal tipo taller, para separar los 2 ámbitos sin quitar el paso de la luz.